Futuro incierto
tantas veces subyugado,
manos esclavas,
curtidas por el sol.
Su corazón lloraba enmudecido,
cuya vida el destino arrebató.
El anciano ya no emitía lamentos,
sólo pedía esa limosna con dolor.
A lo lejos un individuo lo observaba,
sintió pena,
mas no se involucró.
Ignorado se desplazó por los caminos,
humillado,
migajas recibió
Mientras la indiferencia
se reía a carcajadas,
el anciano siguió su norte;
la soledad lo consumió.
Cristina Bravo Bassi